En muchas relaciones, es común que uno de los miembros sienta que la mejor manera de mejorar la convivencia sería que su pareja acudiera a terapia. Sin embargo, ¿qué sucede cuando, en lugar de centrarse en que el otro cambie, uno se enfoca en transformar su propio enfoque y actitudes?
Hoy quiero compartir un caso que ilustra cómo, a veces, un proceso terapéutico individual puede ser suficiente para generar cambios significativos en la relación de pareja.
Caso de una paciente en Palau de Plegamans
Verónica, una mujer de 39 años, llegó a terapia con la firme idea de que su matrimonio estaba a punto de romperse. Sus quejas se centraban en la falta de colaboración de su marido en las tareas del hogar y en el cuidado de sus hijas. Además, mencionaba la adicción de él al móvil, algo que no solo afectaba su convivencia, sino también el tiempo de calidad en familia.
Al iniciar su proceso, ella deseaba que él también asistiera a terapia para trabajar en sus problemas y, especialmente, en su adicción al móvil. Sin embargo, en terapia trabajamos con la persona que acude, no con su pareja; el enfoque está en descubrir qué patrones, creencias y expectativas tiene la persona en relación a su situación y, en este caso, a su matrimonio.
Un trabajo de introspección y autoresponsabilidad
Empezamos explorando los patrones de pensamiento y las interpretaciones que ella tenía sobre su relación y el rol de cada uno en ella. Se trataba de que tomara conciencia de su papel y de cómo sus actitudes contribuían, en parte, a los conflictos. Este trabajo de *autoresponsabilidad* y *conciencia* la llevó a ver cómo estaba funcionando ella en la relación, desde la queja y el reproche constante, y a descubrir cómo eso podía afectar a su marido y a la armonía familiar.
Una vez que fue consciente de estos patrones, pudo empezar a cambiar su enfoque. En lugar de expresar su malestar desde la exigencia, comenzó a actuar desde la amabilidad y el agradecimiento. Cambió el reproche por peticiones claras y razonables, y notó cómo, al modificar su forma de actuar, su esposo empezaba a responder de una manera diferente.
Los efectos del cambio personal
Tras algunas sesiones, esta paciente comenzó a notar cómo sus cambios provocaban efectos positivos en la relación. Su marido, espontáneamente, empezó a involucrarse más en las tareas de la casa y a mostrar una actitud más comprensiva y afectuosa. Con el tiempo, él dejó de refugiarse en el móvil, y ella entendió que él lo usaba para evitar la confrontación constante y los reproches.
Lo que comenzó como un proceso individual y con la expectativa de que él debía cambiar, terminó revelando que muchas veces, al cambiar nuestra actitud, también cambiamos la dinámica de la relación. El proceso de crecimiento personal de ella dio lugar a una transformación en la relación que ninguno de los dos esperaba.
Reflexión final
Este caso nos recuerda algo fundamental: nuestras actitudes reflejan nuestras relaciones. Cuando tomamos responsabilidad sobre nuestro papel en el conflicto y cambiamos nuestra forma de actuar, abrimos la posibilidad de mejorar la conexión y la comunicación. En muchas ocasiones, no es la pareja la que necesita «cambiar» o «hacer terapia», sino nosotros mismos, para así ver ese cambio reflejado en nuestras experiencias de vida.
Si sientes que tu relación podría beneficiarse de una mejor comunicación o de una conexión más fuerte, te invito a iniciar un proceso terapéutico, ya sea individual o de pareja. Estoy aquí para acompañarte en este camino hacia el equilibrio y el bienestar que deseas en tu vida y tus relaciones. Me puedes encontrar en terapias presenciales en Palau-solità i Plegamans.