En muchas ocasiones vivimos rechazando nuestras circunstancias, pensando que si todo fuera diferente, entonces sí podríamos ser felices: “Si tuviera pareja… si viviera en el campo… si mi jefe no me gritara… si perdiera unos kilos…”
Ponemos siempre la felicidad fuera de nosotros, en un lugar lejano, como si solo cuando todo encaje a la perfección pudiéramos sentirnos en paz. Y mientras tanto, rechazamos lo que sí hay, lo que ya somos, lo que está ocurriendo ahora mismo.
Esta forma de pensar genera una lucha constante con la realidad, que lejos de ayudarnos a cambiarla, nos deja agotados, frustrados y desconectados del presente.
La raíz del sufrimiento suele estar en la resistencia
En terapia lo vemos a menudo: lo que más duele no es lo que pasa, sino la resistencia que ponemos a lo que pasa. La mente insiste: “esto no debería ser así”, y desde ahí surge el malestar.
Aceptar no es rendirse ni estar de acuerdo, sino dejar de luchar contra lo inevitable. Es reconocer que, al menos por ahora, esto es lo que hay. Y desde ahí, se abre un espacio nuevo, más ligero, más claro.

Resistirse a lo que es solo aumenta el malestar
El juego de aceptar: todo está bien tal como es
Una forma sencilla de empezar es practicar este juego mental: “Todo está bien tal como es”. Aunque parezca algo ingenuo, puede transformar nuestra manera de vivir los momentos difíciles.
- Si tu hijo llega con una nota del colegio que no esperabas, en lugar de reaccionar desde la preocupación o el enfado, puedes respirar y pensar: todo está bien tal como es. Desde esa actitud, puedes acompañarle con más claridad y menos juicio.
- Cuando alguien te cancela a última hora y eso rompe tus planes, en vez de pensar “esto no debería estar pasando”, puedes probar a aceptar lo que hay: esto es lo que ha pasado, y está bien. Tal vez descubras que el tiempo libre inesperado también tiene algo para ti.
- Si estás sintiendo tristeza sin saber muy bien por qué, en lugar de rechazarla o querer que se vaya rápido, puedes quedarte ahí, sin juicio: esto también está bien, esto también forma parte de mí. Esa aceptación es muchas veces el principio de la transformación.

A veces, lo único que necesitamos es parar y mirar con otros ojos
Esto no debería estar ocurriendo
Muchas veces, en conversaciones con amistades, escuchamos frases como: “Esto no debería estar ocurriendo… Yo no debería sentirme así… Esto debería ser diferente… Mi pareja debería actuar de otra forma…” Y es precisamente en ese “debería” donde se activa la pelea con la realidad.
Pelear no transforma lo que está pasando. Solo lo hace más pesado, más estancado. Como si la experiencia se quedara bloqueada en ese lugar sin salida donde no hay aceptación, y por tanto, no hay movimiento posible.
Terapia en Palau-solità i Plegamans: un espacio para dejar de resistir
En la consulta de terapia psicológica en Palau-solità i Plegamans, acompaño a personas que muchas veces llegan con esta sensación de estar atrapadas en un bucle: resistiéndose a lo que sienten, a lo que viven o a cómo son sus relaciones. El proceso terapéutico les ayuda a dejar de pelear, a mirar lo que hay con más compasión, y poco a poco, desde esa aceptación, comienzan a sentirse más libres.

Detenerse y aceptar el momento tal como es
Aceptar no es pasividad, es sabiduría
Aceptar no significa que no puedas desear cambios o que no vayas a tomar decisiones. Significa que dejas de tensarte frente a lo que ya es, y desde ahí, puedes actuar con más serenidad y coherencia.
Te invito a probar este pequeño gesto: cuando algo no sea como esperabas, cuando una emoción incómoda aparezca, cuando la vida te saque de tu guión… susúrrate:
Todo está bien tal como es.
Tal vez descubras que ahí empieza otro tipo de paz.